Nunca había tenido la oportunidad de ver en vivo la obra de los pintores Klimt y Schiele. Hace unos días visité la exposición itinerante Klimt/Schiele. Drawings from the Albertina Museum, Vienna. (Royal Academy, Londres). Anteriormente fue mostrada en Boston y en Moscú. Esta exhibición ha sido organizada para conmemorar el centenario de la muerte de estos dos pintores. Puede ser visitada hasta el día 3 de febrero de 2019.
La obra de ambos siempre me resultó inquietante. No ha ocurrido de un modo casual. El Expresionismo austriaco luchó intelectual y estéticamente contra el naturalismo de los impresionistas. Criticaba la sociedad de su época combatiendo el gusto decorativo de antaño.
Recuerdo cuando a mis dieciséis años descubrí a Gustav Klimt a través de un libro de Taschen. Leí aquel libro, y sobre todo observé sorprendida las reproducciones de sus obras. Me resultaban extrañas, diferentes al Arte que hasta entonces había conocido. Siete años después de esa primera toma de contacto redescubrí a este artista al empezar mis cursos de doctorado. Argumenté una pequeña parte de un trabajo con sus paisajes. Los conocí todos canalizándolos, (los que aún existen y los que desaparecieron, pero de los cuales se conservan fotografías en blanco y negro). Supe entonces que el fundador de la «Vienna Secession» pintaba la mayoría de esos cuadros durante sus vacaciones, lejos de estrictos encargos. Veraneó durante diecisiete años consecutivos junto al lago Attersse (Austria), y fue allí donde los pintaba, muchos de ellos sobre una pequeña barca, desde el interior del lago.
Esta exposición muestra, aparentemente, sencillos dibujos (bocetos en su mayoría) para retratos sobre papel japonés, y algunos de sus precisos bocetos para el «Friso de Beethoven» sobre cartón, en los que sobresale la inmejorable composición y donde podemos apreciar las cuadrículas que elaboraba para después escalar estos dibujos a gran formato.
La otra «mitad» de la exhibición nos enseña trabajos de Egon Schiele. Se muestran algunos carteles originales y dibujos realizados sobre papel de embalaje, en su mayoría con tiza negra y en algunos casos con toques de color. la mayor parte son desnudos y autorretratos del pintor, lo que nos recuerda su incapacidad para contratar modelos. Recorriendo la sala no pude dejar de pensar en lo contemporáneos que podrían ser. Quizá por sus colores discordantes, o quizá por la intensidad y energía de sus trazos. Sin duda, entre toda la exposición, me quedo con el recuerdo de tres impresionantes dibujos. Se trata de unos dibujos realizados con tiza negra, gouache blanco y acuarela sobre papel de estraza. «Crisantemo blanco», «Crisantemo rosa», «Crisantemo Amarillo».
La exposición nos habla de la estrecha relación entre estos dos artistas pese a su diferencia generacional. Pese a la diferencia entre ellos de veintiocho años, desde que se conocieron en 1907, no dejaron de apoyarse mutuamente tanto personal como profesionalmente. Para Schiele, Klimt fue su referente, pintó como él, muchos desnudos y paisajes.